Recuerda que morirás.
En la antigua Roma, un esclavo se encargaba de recordar el emperador de turno que, aunque en ese momento, se sintiera como un Dios en la tierra, por ley natural debía morir y dejar de existir.
Muchas de las cosas que hacemos y decidimos son basadas en creencias falsas. Una de esas creencias es que vamos a vivir para siempre. Esa creencia se va atenuando conforme uno se va haciendo mayor y va teniendo en cuenta lo breve que es en realidad nuestra vida. De media, un ser humano en occidente suele vivir unos 80 años en buenas condiciones. Pasamos por los años de la niñez en la que no tenemos noción del tiempo a la adolescencia en la que nos creemos eternos. De ahí a la juventud en la que de verdad comenzamos a aprender sobre la vida hasta que llega la crisis de la mediana edad en la que nos solemos replantear la mitad de vida que llevamos "gastada". En esa época solemos empezar a darnos cuenta de que la vida es muy corta y que nos queda poco para trascender.
¿Cómo trascender en un mundo en el que todo es efímero?
Desde mi punto de vista, la mejor forma de dejar algo en este mundo es tener un hijo/a. Dejas una parte física de ti (ADN) y una parte psicológica (educación). Dejas a alguien preparado para afrontar el mundo con sus valores, sus miedos, su potencial y con una historia que escribir. ¿Quién sabe a cuantas personas curará tu hijo/a si se hace médico/a? ¿Quién sabe a quién hará feliz? ¿Quién sabe qué amigos y amigas tendrá? ¿Tendrá hijos/as?
Aunque seamos una minúscula gota en un universo infinito la historia de cada persona es única y merece ser tenida en cuenta...y esa historia siempre termina de la misma manera.
Memento Mori.
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